My dear...

Noviembre 2006

Un amanecer, los primeros rayos del sol iluminando mi día, iluminando mi vida, ¿Qué son? Tus ojos se condensaron en el resplandor de una mañana, cada día, cada segundo, la luz que hace desaparecer todas las sombras.

Puedo inventar mil palabras, puedo crear todos los mundos en los que quisiste vivir, peor no encuentro algo preciso, no puedo materializar un sentimiento que traspasa lo real y se transforma en un cielo inalcanzable, irrompible.

Tantos segundos, tantos secretos compartidos, tantas lagrimas acumuladas entre sonrisas unidas a la perfección de lo imperfecto, las maneras que he inventado para amar cada uno de tus cambios, reinventando extraños sentimientos.

Fuimos amigos, fuimos cómplices de las locuras que pasaron por nuestras mentes, me adueñé de tu dolor solo por verte sonreír, te cubriría por completo con mis brazos solo por proteger a la dulzura escondida bajo la armadura.

¿Te he dicho alguna vez que eres mi ilusión? Eres mi alegría, mi fuerza, mi apoyo, el lugar donde todos mis pensamientos se esconden, el ser que ahuyenta mis miedos y me regala un refugio ante las tormentas. ¿Sabías que cuando todos se van siempre encontrarás algo de mi? Eres la razón por la que olvidé como fingir, has dejado a un lado las razones para llorar. Es tan gracioso como una sonrisa se produce por solo verte, como me estremezco por completo cuando siento tu inconfundible aroma, cada vez que recorro con mis manos tu cabello y acaricio con dedicación tu rostro. Simplemente borraste las barreras que ataban mis emociones, y a cambio, eres el caudal en que ellas desembocan.

Tengo miedo, no quiero ver el momento en que todo empiece y termine, porque no quiero ser testigo de la aniquilación de mi capacidad de amarte, pero no, aun no encuentro motivo para estrangular un sentimiento maravilloso, puro, aun los motivos buenos son campeones, y todo lo bueno que hay en ti, todo lo escondido que hay en ti, sigue siendo un salvavidas a tantas cosas inconfesadas.

Eres el sol que me despierta cada mañana sin saber que fuiste parte de mis sueños, eres el receptor de mi cariño reprimido, de la dedicación de mis palabras, un todo que me hipnotiza a cada instante y hace renacer con mayor intensidad, un amor extremo, como nosotros, incapaz de dejarse apagar por miedos, por tristeza.

En el fondo eres bueno, no, eres maravilloso, porque se que tengo la suerte de descubrir tus tesoros cada día, se que tengo el mundo a mis pies cada vez que navego en tu vida. Toma mi mano, toma mi vida entera, te regalo un viaje por la galaxia en el que nos deslumbremos con las estrellas y nos durmamos a la luz de la luna, abrazados como dos niños cubiertos de ternura, cubiertos de sueños y con la seguridad que despertaremos unidos por un lazo invisible que multiplicamos solo por seguir sonriendo plenamente.

Sueña que me tienes, que cada noche te deseo dulces sueños con un sincero beso, que te aferro a mi para no dejar que las pesadillas se apoderen de ti nunca mas, y tener la certeza que soñamos juntos a la orilla del mar, mirando el infinito movimiento del agua, solo comparable al inmenso sentimiento que provocan tus abrazos, a los momentos en que me pierdo en ti y siento ser las criatura mas indefensa del mundo, y no me importa, no me importa entregar mi vida entera solo por tenerte a mi lado, solo por hacerte completamente feliz.

¿Te cuento un secreto? Una frase que quiere esconderse, pero no tiene argumentos válidos para negarse, algo tan simple de pronunciar pero tan complicado de aceptar. Te lo escribo en anagramas por no tener aire suficiente para calmar mi corazón al decirte lo i portante que eres, al confesar que después de todo no era tan simple “eso” que siento por ti. No quiero esconder a esa persona que nadie ve, a esa parte de ti que por más que ocultas siempre logro encontrar. Eres hermoso, con todas tus virtudes, y de la extraña forma en que tus defectos me hechizaron. ¿Te cuento un secreto?...Te amo.

Y pareciera que eso pasó, se sintió, se vivió en otra vida...