sábado, agosto 12, 2017

No llorar

Estaba intentando recordar la última vez que lloré, y por un instante no pude.
Recordé de pronto el preciso momento y razón en que me ahogué de tanta lágrima,
porque habían roto mi espíritu.
En mi mente, las llanterías suelen ser por momentos personales y emocionales,
pero descubrí una nueva clase de dolor:
Cuando te das cuenta que tu ideal de mundo, de comportamiento, de importancia al honor, no sirven.

El idealismo incurable siempre fue un problema, uno que de adolescente empeoró.
Pero creí que al crecer, iba a aprender a adaptarme al funcionamiento del mundo.

La realidad es que no existe un mundo en que se haga honor a la palabra.
No existe el respeto por las labores ajenas.

Cuando de alguna forma cada acción está involucrada a la pasión,
a la creatividad, el golpe de realidad amarga es similar a que te rompan el corazón.

Y ahí las lágrimas por asuntos en los que yo no creía que existía el dolor,
asuntos que la gente parece no entender que me duelan.

Y de ahí nada, ni risas profundas, ni dolor intenso, ni una sola lágrima más.

Me pregunto donde están, cuándo decidirán volver, qué pasará para que aparezcan.
Y mientras sigo intentando encontrar la forma de eliminar la angustía que están enterrada,
que no se expresa, que no  logra salir.

Está ahí tranquila y acumulada, temiendo el tener que aguantar otro corazón roto, otro ideal perdido, otro espíritu quebrado, para poderse dejar salir.

¿Dónde están las lágrimas cuando más se le necesitan?

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