Tengo una debilidad por las cosas hermosas, me encanta mirarlo todo, me encanta encontrarle los detalles y de pronto me veía vitrineando zapatos, no ropa, porque nunca miro ropa, pero allí andaba, buscando mi número y subiéndome unos centímetros mas arriba.
Entonces me dió el momento impulsivo y me compré un par. No puedo creer en este momento que la primera vez que salí con ellos pensé que moriría de dolor o me caería de trompa al suelo. ¡Pero eran tan bonitos! Como dije el día que los vi, zapatos de mina top de Miami.
Pero 7 cm no es tan terrible con costumbre, a lo que aun no logro adaptarme es a los botines taco delgado de 10 cm, esos si que son, como me gusta llamarlos, feetkillers. Ahora al menos me he medido y con los que he comprado/regalado/heredado, me acostumbro. Sin mencinar que mis sandalias floreadas están re gastadas.
Lo curioso de ponerse tacones es que uno camina diferente, como que el hecho de que tu postura cambie, también te da un impulso diferente al caminar. Quizá tornarse en la actitud de ser segura porque ves todo desde otra altura....jajaja.
Y ahora me lo paso viendo fotos y sigo probándome zapatos.
Pero no me ha agarrado el síndrome Carrie Bradshaw, porque no me gasto lo que no tengo, tampoco tengo 400 pares de zapatos, tampoco tengo de diseñador. ¡Ni loca! ¡No tengo plata!
Y no es solo los altos, si no que también me rayo con las ballerinas, y las hawaianas! Especialmente ahora que hace calor. Dioses, cómo demoré en encontrar un par de hawaianas de vestir, simples, lindas y baratas.
Curiosamente, a pesar de mi gusto por los zapatos, disfruto mas que nada en la vida de caminar descalza...lo que provoca que ande todo el día lavándome los pies. u.u
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